El pasado viernes inicié, en estricto orden alfabético, el balance anual de lo mejor visto en cuanto a cine en las salas cinematográficas de Puebla y la región, con comentarios a Cafarnaúm, Cold war, Dolor y gloria, El cuento de las comadrejas, El irlandés y Érase una vez en Hollywood. Aquí está la 2ª entrega, con los 5 títulos siguientes.
Joker, de Todd Phillips. Arthur Fleck es un solitario que sueña con convertirse en un comediante reconocido. Su entorno le considera un freak, pues tiene una “condición” que lo hace reír a carcajadas en cualquier momento y de la nada. Por ello es cotidianamente maltratado, ridiculizado, agredido, hasta que el raro, “invisible” Arthur reacciona, se empodera y asume sus cuentas pendientes. Adiós Arthur Fleck, el lacerado freak “tratable”; se convierte en Joker, el instantáneo –helado– líder de masas. Película genuinamente sorprendente, atractiva a pesar de la aspereza de su texto y contexto, que se sostiene en el tour de force actoral de Joaquín Phoenix, que se apropia del personaje con una escalofriante mezcla de lucidez (olviden su psique), candor y crueldad, para convertirlo en backstory –a discutir– de quien años después sería la némesis por excelencia, decantada, de Batman. La noche de las nerds (Booksmart), de Olivia Wilde. Un par de mejores amigas, que quieren asegurarse el acceso a las mejores universidades del país, invierten todo su tiempo en estudiar, mientras sus compañeros lo gastan en fiestas épicas. Pero un día antes de graduarse descubren que los “fiesteros” irresponsables también consiguieron entrar a Yale, Harvard y otras unis de ese nivel. Así, las “mataditas” toman una decisión cambia-historias: las 24 horas siguientes conseguirán la diversión que no tuvieron los últimos cuatro años. Película ocurrente, aguda, vertiginosa, que concreta como gran sorpresa del 2019 y como una de las mejores comedias sobre highschoolers de los últimos 10-15 años.
Las niñas bien, de Alejandra Márquez Avella. Sofía, “bien casada” con el heredero y dueño vigente de una empresa dedicada a negocios internacionales, vive como princesa, igual que sus amigas de ese jet-set de perfil prácticamente idéntico: dinero para gastar, club de tenis, masajes, galas para lucir y cumpleaños que celebrar. Pero son los estertores del lopezportillismo y mucho está por cambiar en la economía de ese México de privilegios. Dirigida y actuada notablemente, la cinta se cuenta desde el sensible, alerta, generoso rostro de Ilse Salas, punto de partida pero también flujo narrativo de esta fábula de apariencias, de artificios, de intrigas y desengaños, que encuentra catarsis en su escena final, entre el matrimonio de nuevos ricos y (sí) el matrimonio de nuevos pobres. Mentes peligrosas (Bad genius), de Nattawut Poonpiriya. Buscando plata, un grupo de jovencitos arma un esquema para filtrar a decenas de “clientes” las respuestas del examen SAT (para el ingreso a universidades de prestigio), aprovechando en su beneficio los diferentes husos horarios de Australia y Tailandia. Fresco, original, desenfadado a ratos, el film igual traduce en una lección de cómo construir suspenso (no poca cosa) sin dejar de ofrecer un rostro humano. Así, lo que inicia como comedia juvenil sobre tramposillos de poca monta, termina en una suerte de thriller atípico que pone de relieve su notable realización. Midsommar, de Ari Aster. Cuatro norteamericanos viajan a Härga, en la campiña sueca, para las festividades dedicadas al solsticio de verano. Encuentran música y gente amable, una geografía luminosa y un inspirador respeto a la naturaleza; pero también –para su incredulidad– el horror, en la forma de inconcebibles rituales contra natura. Cinta espeluznante más por la connotación de los eventos, que por lo que ves en ella. Inmersos en el pretexto de las festividades, confluyen temas filosos: incesto; interrupción de la vida llegada la ancianidad; el concepto de familia extendida sobre el de familia sanguínea tradicional; la veneración del entorno como un valor mayor al de la vida humana, y más. (Concluye la próxima semana).