Una mujer, un hombre
Hace algunos días, en este espacio, hice notar (como buena noticia) que Una mujer fantástica (2017), de Sebastián Lelio, había llegado a la plataforma Netflix. Chileno, se trata del film que en su momento obtuvo el Oscar al mejor del año en lengua extranjera. Su argumento presenta a Marina (Daniela Vega), empleada y cantante transgénero que mantiene una relación con Orlando (Francisco Reyes), empresario que le dobla la edad. Ya en la cama después de una noche de celebración, Orlando se enferma gravemente; y si bien la reacción de Marina es inmediata, el tipo muere poco después de su ingreso a un hospital. A partir de esto, las sospechas sobre Marina no se hacen esperar, exacerbadas (claro) por su decisión de género, muy resentida por los parientes del difunto. Así, sola y sin apoyos, Marina es víctima de diversas humillaciones. Algunas, de origen tal vez “protocolario”, por parte de la investigación judicial; las otras y más rotundas –que hasta llegan a ser físicas– por parte de la familia directa de Orlando, que incluso no permite a Marina estar presente en la velación y los funerales de su pareja. Ante esto y frente a todos, Marina surge, crece, florece, como lo que en efecto es en esencia: una mujer entera y valiente. Una mujer fantástica no es de fondo una película sobre lo transgénero, sino fundamentalmente sobre dignidad y convicciones –a prueba de cuanto venga– en la no negociable demanda de respeto. Justo la identidad encarnada en Marina, frágil pero inderrotable, a través de un excepcional trabajo de Daniela Vega, siempre en el tono y los matices precisos. Una cinta imperdible pues, para recién conocerla o para verla nuevamente.
Ahora, algo para ver en salas, en especial por quienes gustan de la épica y los universos de lo vikingo. Hablo de El hombre del norte (The northman), de Robert Eggers, el interesante realizador a quien debemos La bruja (2015) y El faro (2019), películas sobresalientes ambas. Son los años finales del siglo IX, en la región escandinava; el Rey Aurvandil es asesinado ante los ojos de Amleth, su hijo adolescente. El asesino es Fjolnir, hermano del monarca, quien ahí mismo se proclama nuevo Rey. Amleth consigue huir y milagrosamente salva la vida, prometiendo vengar a su padre, proteger a su madre y matar a Fjolnir. Años después –hecho ya un hombre– Amleth (Alexander Skarsgard) se entera de que Fjolnir fue despojado de su corona por un Rey extranjero, y que vive como ovejero en Islandia, acompañado de su familia. Así renacen los sentimientos de venganza de Amleth, que viaja hasta Islandia fingiéndose parte de un grupo de esclavos. Queda pues en posición de cumplir su promesa, si consigue salvar los designios y obstáculos que le anuncian ciertos videntes hechiceros, en un entorno de honor, profecías y sangre. El hombre del norte es un drama de alcances épicos, que no escatima violencia gráfica (en altas dosis) para ilustrar el ser vikingo y la mitología nórdica. Historia, fantasía, aventura, horror, se combinan aquí para una epopeya sumamente intensa, seca de humor y de cualesquiera rasgos de humanidad piadosa. Desde luego hay que verla, pero eligiendo bien el momento, el estado de ánimo y la compañía. Si no lo hacen, por Odin les digo que en algo van a sufrirla, aunque bien acompañados por Nicole Kidman, Anya Taylor-Joy, Ethan Hawke y Willem Dafoe, los otros nombres famosos en la cinta.
Y para concluir, esta gratísima noticia. En breve Cinépolis tendrá en exhibición Casablanca (1942), la legendaria película de Michael Curtiz, celebrando su 80º aniversario. Hablo de la cinta que ha emocionado a abuelos, padres, hijos y nietos por igual, a lo largo de estos años. Una nueva (y rara) oportunidad de ver en pantalla grande los qué y por qué del conflictuado amor entre Rick (Humphrey Bogart) e Ilsa (Ingrid Bergman), en los albores de la 2ª Gran Guerra. También, la ocasión de escuchar a Ilsa pedir a Sam (Dooley Wilson) que le toque –y le cante– su pieza: “Play it Sam; play ‘As time goes by’…”.