Aunque siempre trato de escribir cosas positivas, en esta ocasión va a ser diferente, porque no puedo dejar de compartirles algo que le ocurrió a una amiga hace unos días y que me  dejó muy mal sabor de boca, preocupación y temor por la situación que estamos viviendo. Se los platico para que no le pase a alguno de ustedes, ojalá sirva de algo.

Hemos escuchado en repetidas ocasiones y por varios medios sobre las extorsiones que hacen por teléfono ciertos malandrines sin oficio, ni beneficio, para hacerse de dinero fácil diciendo que tienen a un familiar secuestrado.

Quizá en principio sea fácil -para quienes no lo hemos vivido en carne propia- decir que lo único que hay que hacer es colgar y ahí se termina la historia. Y sí, ese es el remedio, de hecho fue lo primero que le dije a mi amiga, cuando muy asustada me contó lo que le había sucedido. Sin embargo al conocer todos los detalles de la llamada y la forma en la que estos individuos manejan todo, con una frialdad y brusquedad que intimida, comprendí que en el momento cualquiera puede caer en su trampa, incluso cuando ya hayas oído hasta el cansancio la misma historia.

Cuando contestas tu teléfono y oyes que mencionan tu nombre (lo saben por bases de datos que consiguen de las principales compañías de telefonía celular) y segundos más tarde una persona  llorando desesperada te pide que hagas todo lo que te ordenen, la primera reacción es decir el nombre del familiar que primero te pase por la cabeza. En ese momento te tienen atrapado, y a partir de ahí no dejan de insultarte y presionarte con frases como:  “si no haces lo que te decimos le vamos a sacar los ojos a tu hermana Socorro”,  “óyela, está suplicando que no la lastimemos”.   Manejan una presión psicológica que te obliga a hacer todo lo que te piden.

Desafortunadamente mi amiga fue una víctima más de muchas que han caído en éste desagradable jueguito, a pesar de que tuvo la oportunidad de localizar a su hermana con otro celular que traía, ésta no contestó el teléfono porque no lo oyó, de lo contrario ahí habría terminado la pesadilla. Para no hacerles el cuento largo, tuvo que abonarles a ocho números celulares (todos de la ciudad de México) crédito por mil pesos a cada uno y después hacer un depósito por  4,000 pesos en una cuenta bancaria.

La llamada duró aproximadamente una hora y media y todo ese tiempo la tuvieron amenazada diciéndole que alguien la estaba siguiendo, que no volteara a ningún lado y que no se le ocurriera cambiar el rumbo que le indicaban. Cuando verificaron que estaban hechos los depósitos, todavía tuvieron el cinismo de decirle que por haber cooperado con ellos la iban a proteger, pues ellos pertenecían al grupo de Los Zetas, que nadie le iba a hacer daño y que pasara a buscar a su hermana al estacionamiento de una plaza comercial, que ya estaba liberada. Cuando colgó inmediatamente habló a casa de su hermana, quien estaba en perfectas condiciones y fuera de todo peligro.

Tres recomendaciones:

1)Si tienen el valor, cuelguen inmediatamente, y enseguida hablen con sus familiares cercanos para confirmar que estén bien. Nadie pide 10 o 15 mil pesos por una persona y si realmente la tienen secuestrada seguramente volverán a llamar porque lo que quieren es dinero.

2) Nunca mencionen nombres. Si no pudieron colgar por miedo, cambien el juego, díganles que no tienen hermanas o hijos o papás, aunque sea mentira, esto los saca de contexto y lo más probable es que ellos finalicen la llamada.

3) Si alguien está con ustedes, a señas, por escrito o como puedan háganle saber lo que está pasando y que esta persona se movilice lo más rápido posible, que vaya a la casa de la persona supuestamente secuestrada, que llame a cuanta persona la conozca, que haga lo posible para localizarla. Ella no está sufriendo el maltrato psicológico y puede ver las cosas con más claridad, su acompañante puede ser de gran ayuda en ese momento.

Es una tristeza que tengamos que vivir con esta zozobra hasta cuando suena el teléfono, pero por desgracia cada día nos topamos con situaciones diferentes que nos quitan la tranquilidad. Lo mejor es estar informados y preparados por si algún día nos llega a suceder, espero de todo corazón que no.

En mi próximo post les platico de algo que sí me pasó a mí, desde luego ni se compara con este caso, pero también me la aplicaron, aunque en menor escala. Qué pena que el ingenio se utilice para cosas tan bajas.

Cuídense.

Foto: Lennita.canon

Ana Cristina Sánchez