Juventud, divino tesoro
Existen sectores que resultan ampliamente atractivos en época electoral. Cada proceso viene el interés por “nuestros viejitos”, “nuestros jóvenes” y “nuestras madres solteras”. Son causas que, evidentemente, nadie va a pronunciarse en contra.
Hoy quiero centrarme en el segundo grupo: el de los jóvenes. Frases como “son el futuro” o “no son el futuro, sino el presente”, las hemos escuchado más veces que la palabra crisis en México.
Cada elección se presenta a “muchachos” entusiastas que ven en el candidato que apoyan a un “ángel” que ha venido a indicarnos el camino para ser felices. Finalmente, pocos son los beneficiados, normalmente los que dicen “sí señor”, “le boleo los zapatos señor” o “soy un trapo, píseme señor”. El resto queda en el olvido. Y los afortunados obtienen los beneficios de pasarela y excesos, que en nada ayudan a la mayoría.
La fuerza y el impulso de la juventud han sido muy importantes en la historia del mundo. Pero no se puede “jugar” con sus necesidades o aspiraciones.
¿Alguien se habrá detenido a escuchar a grupos de jóvenes con propuestas? ¿Únicamente le dan voz al que dice es usted lo máximo señor candidato? ¿Le habrán preguntado a la mayoría qué opina de sus candidaturas?
Son muchas preguntas.
El problema aumenta cuando se vuelven la “voz” de las mayorías. Cualquiera podría decir, y con justa razón, que no se diga “los jóvenes de Puebla están con usted”, porque no son todos. ¿Qué necesidad de generalizar?
Viene un camino que no será fácil para los políticos que quieren acercarse a la juventud. Porque se le toma poco en cuenta, pero cuando hay necesidad de lograr su apoyo, se le busca con más ganas que un baño en comida de candidato.
En fin, todo lo anterior no se remite únicamente a los jóvenes, sucede también con los pobres, tercera edad, madres solteras y otros más. Pero, estimado lector, partamos del principio que cuando el “diablo” anda en campaña, ofrece hasta misa de doce.
Por cierto, sería bueno que ya dejaran de decirle “niños” a los mayores de 30 años de edad que andan en la vida política.
Foto: hebedesign
Manuel Frausto Urízar