Si nos atenemos a lo publicado en los boletines oficiales, distribuidos por las oficinas de comunicación social, como ahora llaman a las antiguas jefaturas de prensa de las instituciones, vivimos en el mejor de los mundos, con problemas, claro, pero menores, superables y que ya están siendo atendidos.
Hablando de estas oficinas de prensa, o de comunicación social, lo que usted prefiera, le cuento que me quedé pensando, a partir de la cínica declaración del extorsionador extorsionado – según su explicación – que si el negocio del periodista es ¨administrar la reputación de los políticos´, el de los jefes de prensa es lo contrario, ´reputar la administración de los políticos´, o sea de sus jefes, los titulares de las dependencias.
Pero volviendo a lo que iba, creo que esta visión del mundo maravilloso, donde se vive bien y se vivirá mejor según los que mandan en los diferentes ámbitos del poder – gobierno, medios de comunicación, partidos políticos, etcétera – se parece cada vez más a la calma que precede a la tormenta.
Y me refiero a la calma que quieren ver y vender los mandamases, porque aquí abajo, donde habitamos los de a pie, la lluvia del descontento arrecia, el viento del desánimo toma fuerza y el huracán que acompaña a la desesperación y, sobre todo, a la desesperanza toma fuerza.
No se olvide que apenas dos meses y pocos días antes del estallido de la revolución de 1910, se celebraban las fiestas del centenario de la Independencia y el país estaba en su mejor momento, con problemas, claro, pero menores, superables y que estaban siendo atendidos.
Eso decían los que mandaban entonces. Luego vino el viento y nos alevantó.