En la reciente entrega del Ariel, la gran ganadora fue Ya no estoy aquí, de Fernando Frías de la Parra, que recogió 10 de las 14 estatuillas a las que se le nominó; entre ellas, a mejor película, director, guion original, fotografía, edición y sonido.
Ahora bien, en la misma entrega, Dolor y gloria, de Pedro Almodóvar, obtuvo el Ariel a película iberoamericana, recuperando el premio para España, puesto que las últimas ganadoras fueron: la colombiana Pájaros de verano, de Cristina Gallego y Ciro Guerra; la chilena Una mujer fantástica, entre otras.
Esta cinta nos cuenta pasajes de la vida de Salvador Mallo (Antonio Banderas), director de cine que ha dejado de filmar y con diferentes padecimientos de salud. Vive solo, encerrado en su piso, con el deseo de volver a trabajar pero sin la fuerza física ni anímica para hacerlo.
Cabe señalar que esta cinta no es el formato que acostumbra Almodóvar. Se trata de una cinta más personal, quizá la más personal del autor hasta la fecha. Intista, controlada y sútil, con los calificativos que podríamos utilizar para este film. Apasionado, pero sutil.
Podemos identificarnos con los personajes. No se trata de una historia de buenos y malos, hay matices, como los seres humanos los tienen. Por este hecho es que es fácil generar simpatía con los personajes de esta película. La cotidianidad de su existencia es un rasgo que nos la hace sentir cercana.
