50 años de El Padrino: Que tome la palabra
A 50 años de la producción de esa inagotable obra maestra que es El Padrino (1972), repaso aquí algunas de sus verbalizaciones icónicas, que traducen como una suerte de “lecciones cotidianas” –para bien o para mal– según el entorno y las actividades de la familia Corleone. Espeluznantes algunas, casuales otras, en buena medida definen el ser íntimo del clan, o de su periferia.
Las ofrezco de cinco en cinco, sin secuencia ni orden específicos. A ver de cuántas se acuerdan…
“No vuelvas a decir lo que estás pensando, frente a alguien que no es de la familia” (Don Corleone, a su hijo Sonny, tras de una reunión con gente “externa”) // “Algunas personas pagarían mucho dinero por esta información; pero entonces tu hija perdería un padre, en vez de ganar un esposo” (Michael Corleone, al padre de la muchacha con la que planea casarse, después de decirle que está en Sicilia ocultándose) // “Pero no me digas que eres inocente, porque eso insulta mi inteligencia y me hace enojar” (Michael, a su cuñado Carlo Rizzi) // “El Sr. Corleone es un hombre que insiste en enterarse inmediatamente de las malas noticias” (el consigliori Tom Hagen, al productor cinematográfico Jack Woltz) // “He pasado toda mi vida intentando no ser descuidado. Las mujeres y los niños pueden darse el lujo de ser descuidados; los hombres no” (Don Corleone, a su hijo Michael).
“Deja el arma; trae los cannolis” (Clemenza a Rocco, tras de que éste ha asesinado a Paulie). “En Sicilia las mujeres son más peligrosas que las armas de fuego” (Calo, uno de los guardaespaldas de Michael en la región) // “Fredo, eres mi hermano mayor y te amo; pero nunca tomes partido por alguien en contra de la familia. Nunca” (Michael Corleone) // “Si vuelves a tocar a mi hermana, te mato” (Sonny a Carlo, justo después de darle una paliza) // “Debo volver al trabajo. Es parte de la boda: ningún siciliano puede rehusar una petición el día en que su hija se casa” (Tom Hagen).
“Voy a hacerle una oferta que no pueda rehusar” (Don Corleone, así como Michael, en diferentes ocasiones) // “No hablamos de negocios en la mesa” (Sonny a Carlo) // “¿Dónde dice que no puedes matar a un policía?” (Michael Corleone) // “No es personal Sonny; son estrictamente negocios” (Michael a su hermano) // “No me hagas preguntas sobre mis negocios, Kay” (Michael a su esposa).
Ahora bien, además de las quince anteriores, esta otra, un poco más larga. La dice Sonny, inmediatamente después de que Michael sugiere ser él quien mate a Sollozzo y a McCluskey. Sonny se burla de su hermano: “¿Y qué vas a hacer, chico bueno de colegio? ¿No querías mantenerte alejado de los negocios de la familia? ¿Ahora quieres matar a un capitán de policía, porque te abofeteó un poco la cara? ¿Te crees que esto es el ejército, donde disparas a una milla de distancia? No; acá debes pararte cerca y ‘baddabing’: les vuelas el cerebro, que cae sobre todo tu traje elegante de universidad cara”. Así era Sonny Corleone, encarnado de forma magnética por el recién fallecido James Caan.
El Padrino, damas y caballeros; cuánto se ha dicho de ella –como película y como saga– y cuánto aún por decirse, por ser (como antes dije) inagotable. ¿Es mejor o no que su secuela, El Padrino II (1974)? Es cuestión de gustos. Martin Scorsese, por ejemplo, ve la parte II como ligeramente superior, pero en realidad no hay consenso definitivo al respecto. En mi caso, por apenas una rayita, me quedo con el film de partida, que tiene la rara pero extraordinaria cualidad de atarte a él, una y otra vez, cuando vuelves a encontrarlo en algún canal de televisión.
Decenas de momentos inolvidables, que quieres ver de nuevo aunque ya los conozcas de memoria. Entre ellos, ¿tienen algún favorito, por la razón que sea? Vaya pregunta difícil. Y esta otra, no menos compleja: ¿quién su personaje consentido? ¿El Don, Michael, Sonny? O, por qué no, ¿Clemenza, Fredo, Luca Brasi? ¿El consigliori, incluso?