La semana pasada hablé en esta columna de las películas que a mí más me gustaron, de entre lo proyectado en salas cinematográficas durante 2022. Ahora toca turno a mis cuatro favoritas de entre lo que pude ver en plataformas de streaming, que no fue poco en virtud de las precauciones relativas a la pandemia. Hagámoslo en orden alfabético…
Argentina 1985 (2022), de Santiago Mitre. Se refiere al histórico juicio de los nueve comandantes responsables de las atrocidades sobre la población civil, en los ocho años de dictadura militar en Argentina. De hecho, trátase del primer juicio a militares encaminado por tribunales civiles, en toda la historia universal. Además es histórico por construirse (con miles de evidencias) en el casi imposible tiempo –obligatorio– de seis meses, frente a los enormes poder e intereses de la milicia. Es decir, contra todos los pronósticos. Se cuenta desde el punto de vista del fiscal a cargo, Julio César Strassera (Ricardo Darín), quien a lo largo del proceso recibió constantes amenazas de muerte, igual que sus colaboradores y las familias de todos ellos. Un film sobrio, contundente, aterrizado –brillante a ratos– recuento de una acción tan valiente como impostergable (también cuasi-suicida) para saldar la deuda más profunda y lacerante del Estado con las víctimas y el país entero. Por cierto, las atrocidades en cuestión (asesinatos, torturas, desapariciones) no se ven; son dolorosamente verbalizadas por sobrevivientes y testigos, lo cual conmueve y lastima aún más.
El prodigio (The wonder; 2022), de Sebastián Lelio. Absorbente drama de época ubicado en 1862, en un villorrio irlandés. Una enfermera es traída para “observar”, durante dos semanas, a Anna, niña de 11 años que –le dicen– no ha probado alimento en cuatro meses, en misticismo y sin deterioro de su salud. De confirmarse una intercesión divina, la niña sería el gran milagro del misérrimo pueblo (Anna sostiene que su nutrimento es maná del cielo). Lib –la enfermera– estrecha la vigilancia sobre la pequeña, buscando develar lo que, desde cualquier óptica racional, no puede ser sino un engaño. Pero los días transcurren, sin evidencia de que Anna esté alimentándose en alguna forma. De pocos diálogos y atmósfera opresiva, El prodigio se construye como film de dualidades: cercano y distante; de lento desdoble, pero interés inmediato; de fría incertidumbre pero foco intenso, que conduce a desear lo espiritual inexplicable, más que lo racional verificable. Todos necesitamos historias, se dice en el film; a veces, como la del inconcebible ayuno de Anna.
La hija obscura (The lost daughter; 2021), de Maggie Gyllenhaal; su brillante debut como directora. Drama en torno a la cuarentona divorciada Leda (Olivia Colman), quien se obsequia, sin sus hijas, unas vacaciones en la costa griega para descansar y dedicarse algo de tiempo. Sólo que ahí, la presencia cercana de una familia –en especial, de una joven madre– la remiten a una serie de recuerdos relativos a su propia historia y clan, confirmándole lo doloroso de algunas decisiones y su impacto en las relaciones familiares. Así pues, presente y pasado de Leda se encuentran, se confrontan, se funden, se confunden, se reclaman, catalizados por su extraña identificación con esa joven mamá que, pareciera, es ella misma. Íntima, resonante; una de esas cintas que se quedan contigo mucho tiempo, o incluso para siempre. Y finalmente…
Madres paralelas, de Pedro Almodóvar. Janis (40) y Ana (adolescente) se conocen en el hospital, a punto de ser, con sentimientos distintos, madres solteras y por accidente. El contexto las amiga y une; ya después, cada cual a su vida. Pero un giro del destino hace que pronto se reencuentren, fusionando sus vidas y marcándolas para siempre. Melodrama tenso, absorbente, para una nueva reflexión de la maternidad, con lo doloroso e inesperado de su encrucijada como veta audaz. Sólida cinta de mujeres, que además son madres, que no se rinden y que se reconocen y acompañan. Les deseo un feliz y venturoso 2023.
