Hace tres semanas dediqué esta columna a la ya inminente edición 76 del Festival Internacional de Cannes, a celebrarse del 16 al 27 de mayo con films de no pocos cineastas célebres, tanto en sus secciones oficiales como en las paralelas. De última hora, se anuncia a Perdidos en la noche, de Amat Escalante, como la presencia mexicana en el certamen. El de Escalante ha sido un nombre reconocido en Cannes, incluso antes de que, en 2013, ganara ahí el premio a mejor dirección por Heli. Otros realizadores que no hace tanto dieron de qué hablar en la riviera francesa son Michel Franco y Carlos Reygadas. El palmarés de Franco contempla el premio Una cierta mirada para Después de Lucía (2012), el Premio del Jurado para Las hijas de Abril (2017) y el premio a mejor guion para Chronic: el último paciente (2015), si bien se trata de una producción estadounidense sin inversión nacional. Por su parte, Reygadas presume el Premio del Jurado para Luz silenciosa (2007) y el premio a mejor dirección para Post tenebras lux (2012). Ya veremos qué acogida recibe Perdidos en la noche, que va como premiere.
Y bueno, para dar substancia a esta columna, recupero fragmentos –de mi autoría– escritos en su momento para Luz silenciosa, Heli y Chronic: el último paciente, en estricto orden de “antigüedad”. Ubican la identidad de cada trabajo, así como las respectivas búsquedas de sus realizadores. Sean preámbulo al siempre excitante Festival francés de cada mayo. Reitero: son apenas fragmentos, extraídos de crónicas mías más extensas.
“Luz Silenciosa es el 3er. largometraje del ‘chilango’ Carlos Reygadas, ganador en Cannes del Premio del Jurado y ganador de otros 16 reconocimientos internacionales, entre los que destacan el de mejor film en los Festivales de Chicago, La Habana y Huelva, así como el Premio FIPRESCI a mejor film latinoamericano en el Festival Internacional de Río de Janeiro. Filmada en buena parte en dialecto neerlandés, se ubica entre la comunidad menonita de Chihuahua. Su foco argumental –la atracción de un hombre por una segunda mujer, en ese tan estricto entorno– es de nuevo tratado por el director en un tono cuasi-existencial, intimista, personal, que aporta a la película un status especial, muy distinto a lo que suele recibirse de películas con premisas de partida parecidas. Luz silenciosa es, en este momento, opción obligada para todo cinéfilo exigente”.
“Heli es la mirada a una faceta de la situación nacional contemporánea, desde la historia de un joven que, acorralado por las circunstancias, intenta proteger a su familia. Presenta un panorama helado, violento, ante el cual el sentimiento automático es la impotencia. Sus elementos son este país, una familia obrera, unas bolsas de coca, un grupúsculo de militares, un ajuste de cuentas y una probada de a qué sabe el miedo químicamente puro, alrededor de una delgada anécdota sustentada en el azar de una reacción tan impulsiva como torpe. Cinta difícil de enfrentar; pero aún más difícil es aceptar el tipo de eventos que le dan forma. Queda pues como un reflejo aterrador, que ubica al ‘espejo’ –la película– incluso en segundo término”. Finalmente…
“Chronic: el último paciente (hablada en inglés), tiene que ver con David (Tim Roth), enfermero cuidador a domicilio de pacientes terminales, al que también le pesa en el alma cierto trágico episodio. Se trata de un controlado pero riguroso estudio de personaje, en el todo de una cinta cuidadosamente lograda –intensa en lo anímico, no tanto en su fachada– cuya contención, su evidente tristeza, su amargura latente, la hacen no sólo enigmática, sino también seca, árida en cierto modo, dicho esto como un elogio aunque parezca lo contrario. Su abrupto final no es un artificio tramposo, sino el cierre adecuado, impactante, para un film que, como su personaje, no tenía ya adónde ir. La crítica se ha referido al desempeño de Roth en Chronic como contenido, enigmático y brillante”.
