Según lo esperado, Oppenheimer, de Christopher Nolan, fue la gran ganadora en la 96ª entrega de los premios Oscar, el pasado domingo. Sus siete estatuillas fueron a Película, Director, Actor (Cillian Murphy), Actor de Soporte (Robert Downey Jr.), Fotografía (Hoyte van Hoytema), Edición (Jennifer Lame) y Música (Ludwig Göransson). Con protestas pro-Palestina en las inmediaciones, en la ceremonia no faltaron momentos especiales; v.g. el emocional discurso del realizador ucraniano Mstyslav Chernov al recibir el Oscar a Documental por 20 días en Mariupol, condenando la invasión rusa a su país; la regocijante entrega de I’m just Ken por parte de Ryan Gosling; la respuesta de Jimmy Kimmell al post en el que Donald Trump les criticó a él y a la ceremonia: “Gracias Presidente; ¿pero no es ya su hora de ir a la cárcel?”; Cillian Murphy dedicando su Oscar por Oppenheimer a todos los pacificadores del mundo; el absolutamente incomprensible speech en inglés(?), para dar las gracias, de los artistas japoneses ganadores de Efectos Visuales por Godzilla minus one; y claro, la aparición de John Cena en pelotas –para entregar el Oscar de Vestuario(!)– en un sketch conmemorativo de aquel affaire, en la ceremonia de 50 años atrás, a la que se coló desnudó un activista. La anual entrega del Oscar, damas y caballeros, con sus one-liners, sus showstoppers y su “aquí sólo estrellas”, faltaba más.
Ahora bien, la estatuilla a Film Internacional, con indudable merecimiento, fue para La zona de interés, de Jonathan Glazer, representante del Reino Unido. Me engancho a esto para recordar al lector que la película enviada por México a esta categoría fue Tótem, que alcanzó la shortlist de 15, pero no la lista definitiva de 5. Si no la han visto, la buena noticia es que ya está a disposición en Netflix; vale mucho la pena. Para animarles, aquí les dejo fragmentos de lo que escribí sobre ella al estrenar. De inicio, su sinopsis: “En Tótem, de Lila Avilés, Sol (Naíma Sentíes), de 7 años, pasa el día en casa de su abuelo, entre los preparativos para la fiesta de cumpleaños de Tonatiuh (Mateo García), su padre, agobiado por un cáncer terminal. Esto se le oculta a la niña, si bien ella algo percibe. Con la noche llega la fiesta, que en realidad es un último adiós, una despedida, aunque impere un clima festivo. Desde su inocencia, hasta Sol parece comprender las cosas y lo que se viene. Un salto de madurez (o algo así) anticipado e incipiente, pero también diáfano, que estará en ella y sus recuerdos por el resto de su vida”.
Ya en términos valorales, así vi la película: “La tónica de Tótem es ser muy libre, lo más espontánea posible, consiguiendo un sentimiento casi documental que hace creíble, y más entrañable, el retrato de familia en crisis; sitiada, desgastada, pero familia al fin y al cabo. Esto arroja una cierta percepción de desorden, que es sólo reflejo de lo mismo ese día, en ese grupo y situación concreta. El peso dramático de Tótem justo radica en ello: en el retrato, más que en los sucesos de un argumento conmovedor, pero cuyo desenlace (el vinculado a Tonatiuh) está definido por anticipado. Lila Avilés alterna el punto de vista, haciendo a Tótem más bien coral, si bien Sol siempre es la principal referencia. Para mí, dos escenas serán siempre muy recordadas: la inicial, con Sol y su madre (Iazua Larios) siendo cómplices y confidentes al interior de un baño público; y esa otra en la que una muy graciosa Sol, durante la fiesta, regala a su padre y a los asistentes una cautivante, divertida, fonomímica. Un performance infantil juguetón, preámbulo de su inminente toma de conciencia, triste esa sí”.
Como dije, Tótem pasa por Netflix, así como dos cintas más de reciente llegada: la superlativa Aftersun, de Charlotte Wells (con Frankie Corio y Paul Mescal soberbios), y Ammonite, de Francis Lee, con las extraordinarias Kate Winslet y Saoirse Ronin encarando escenas realmente fuertes. Ya comentaremos al respecto.