Con alguna frecuencia, uno se encuentra en las plataformas pequeñas gemas inesperadas, que de inicio no contaban siquiera entre las opciones medianas. Tal es el caso de Spontaneous (así aparece en Netflix), ópera prima de Brian Duffield, conocido por ser el guionista de Insurgente (2015), una de las entregas de la exitosa serie Divergente. En lo argumental, Spontaneous se cuenta rápido: de la nada y durante largos ocho meses, muchos de los alumnos seniors de una preparatoria gringa…explotan. Sí, literalmente explotan, como cualquier globo al que se pincha con un alfiler. ¿Quiénes de ellos y por qué? ¿Bajo qué circunstancias específicas? No hay respuestas; puede ser cualquiera, en cualquier momento, hombres y mujeres, sin un patrón que relacione o “unifique” a las víctimas, salvo que todos están por graduarse. Entre los estudiantes del high school en cuestión está Mara (Katherine Langford), no precisamente una chica modelo. Rebelde, mal hablada, bebedora y aficionada a ciertas yerbas, a Mara siempre le toca estar cerca de los compañeros que se extinguen, consciente de la angustiosa posibilidad de ser ella la siguiente en reventar. En el curso de toda esta incertidumbre, Mara se hace novia del tímido y dulce Dylan (Charlie Plummer) –así de distinto de ella– también un senior y, por ende, igualmente en riesgo. ¿Planes hacia el futuro? Para qué, si no hay garantía de llegar siquiera al día siguiente. Todo se siente un mal sueño…y lo es.
En una primera lectura, desde un enfoque digamos “realista”, es inevitable que Spontaneous aparezca como absurda: ¿adolescentes que se levantan sanos y juguetones y explotan un par de horas después? ¿En serio? De ahí que uno entienda que más bien debe explorar las intenciones metafóricas, que aquí parten desde la certidumbre de que la vida es canija y nunca, o casi nunca, un acabado jardín de rosas. Así, el director Duffield nos encauza hacia una mirada más reflexiva –alejada de lo evidente– en busca de certezas que, si bien cotidianas, una y otra vez pasamos por alto. La principal, que debe vivirse “un día a la vez”, porque hoy y sólo hoy es lo que tenemos, sin garantía de llegar a mañana o de lo que ese mañana traiga. También, en un tono muy positivo, que a pesar de las contrariedades (que podemos utilizar de envión) hay que insistir en seguir adelante, porque a eso vinimos a esta vida abusiva, a ratos despiadada, que sin embargo sabe ser hermosa y vale la pena (o las penas, porque llegan a ser muchas). Entonces, qué bien que Spontaneous –que en apariencia sería una comedia negra más– traduzca en una suerte de lección valiosa a tener en cuenta, por más que se nos ofrezca a través de recursos que sugieren ser de fórmula. La cinta está muy bien escrita y actuada (Langford, espectacular como Mara), siendo al mismo tiempo sorprendente, incisiva, divertida y, a fin de cuentas, incluso memorable, en el sentido de que obtienes mucho de ella, cuando esperabas poco y nada. Anímense pues a verla “espontáneamente”, cuidando de no “explotar” en el intento.
Y bueno, en ese horizonte de películas valiosas que de casualidad te encuentras en las plataformas, aquí rescato dos de las que hablé elogiosamente en su momento. La primera, el melodrama romántico Si supieras (The half of it), de Alice Wu, en el que una estudiante solitaria y brillante es “contratada” por un compañero, para escribirle cartas de amor anónimas a la joven de la que está enamorado. Todo bien, salvo por el hecho de que también ella se enamora de la chica. La otra, En el mejor momento (Sul piú bello), de Alice Filippi, comedia romántica con tintes de cuento de hadas, en la que una jovencita poco atractiva –que además cursa una enfermedad de pronóstico incierto– se consigue una cita con su crush, el chico más apuesto de Turín. La muñeca fea, en busca de ese príncipe encantado tan “fuera de su liga”. Otra pequeña gema, muy ocurrente, que tiene además un soundtrack de bellas baladas. (Como ya lo saben, véanlas en el mejor momento).