La ópera prima de Olivia Wilde como directora fue La noche de las nerds (Booksmart; 2019). Tanto me gustó que en su momento la valoré como la gran sorpresa del 2019 y una de las mejores comedias sobre highschoolers de los últimos 10-15 años. En ella, un par de mejores amigas –dispuestas a asegurar su acceso a las mejores universidades del país– invierten todo su tiempo en estudiar, mientras sus compañeros lo gastan en fiestas épicas. Pero un día antes de graduarse descubren, para su sorpresa, que los irresponsables “fiesteros” también lograron entrar a Yale, Harvard y otros colleges de ese nivel. Por ello, las mataditas toman una decisión de esas que “cambian historias”: las 24 horas siguientes conseguirán, sí o sí, la diversión que por propia elección no tuvieron durante los cuatro años anteriores. Una película aguda, ocurrente, vertiginosa, sumamente disfrutable, que me dejó a la espera del siguiente proyecto de Wilde como directora.
Ese film llegó, con presupuesto y pretensiones mucho mayores. Se trata de No te preocupes cariño (Don’t worry darling), de la que se ha venido hablando enfáticamente. Su protagonista central es Alice (Florence Pugh), inmersa –década de los 50s– en la vida idílica creada para la comunidad de matrimonios del Proyecto Victoria, cuyos rasgos e identidad sólo conocen los maridos. Ellas, las esposas, sólo están obligadas a la discreción y al apoyo de sus parejas, mientras disfrutan de tantos agradables privilegios. Así la vida cotidiana en esa “su” exclusiva villa de ensueño, sin que ninguna transgreda “las reglas”. Para qué, si tienen cuanto desean y más. Pero una mañana Alice es testigo de un accidente, cuyo ocultamiento no comprende. Y luego, se hace consciente también de otros hechos, que demandan explicaciones. Como se las niegan, Alice sospecha engaños y transgresiones; abiertamente cuestiona a Frank (Chris Pine), el líder del proyecto, acabándose su idilio con la utopía. Alice se rebela, pues; deja de ser una “creyente”, en aras de entender qué está pasando en el entorno misterioso del Proyecto Victoria y cómo impacta en el libre albedrío de sus adeptos. Por suerte, su esposo Jack (Harry Styles) la apoya; ¿o no?
No te preocupes cariño no se deja atrapar (comprender) a cabalidad. La he visto ya dos veces y ciertas dudas se mantienen, relativas en especial a esos approachs cada vez más de moda: transfiguración de tiempos y espacios; paralelismos de realidad-simulación (no siempre funcionales); universos alternativos pero conectados; giros de último momento, incluso si amenazan la estructura narrativa previa. Lo que quiero decir es que, aquí, la trama no se beneficia, sino más bien se contamina, de esos rasgos, perdiendo la oportunidad de un mensaje más claro, de un impacto más seguro, más directo, sobre el espectador, que ha seguido con interés (a partir de la curiosidad) los eventos que la nutren. Sin embargo, no se puede decir que la película se le fue de las manos a Olivia Wilde; sientes que esa fue su apuesta, aun sabiéndola arriesgada. Es justo su talento como directora lo que evita una debacle, aunque la cinta queda en menos de la aguda crítica social que quiso y pudo ser. En cambio, el resultado es más bien un film controvertido, con rasgos de culto, que me parece será más “estudiado” y celebrado conforme el tiempo avance. En lo personal me dará gusto que aquí suceda, porque Olivia Wilde genuinamente es alguien a seguir como directora. Así pues, desde ya se antoja ver lo que sea que siga en su filmografía
Algo más sobre No te preocupes cariño, a vuelapluma: Florence Pugh está aquí en verdad notable, ideal en el intenso rol de Alice. ¿Será que le alcance para la nominación al Oscar? Sería su segunda, después de la de 2019 como actriz de soporte por Mujercitas. Por otra parte, decir que Olivia Wilde aparece en la película, en el papel de Bunny, otra de las “afortunadas” esposas inmersas en el Proyecto Victoria. Un rol no demasiado grande, pero importante. ¿Es sencillo dirigirse a uno mismo? No, aunque siempre parezca lo contrario.